La Unión Europea evalúa la implementación de un tope temporal al precio del gas con el objetivo de reducir la brecha de costes respecto a Estados Unidos. Actualmente, el precio del gas en Europa es hasta cuatro veces superior al estadounidense, lo que ha generado un impacto negativo en la competitividad del continente.
Las sanciones a Rusia y la ruptura con su suministro de gas han provocado una escalada constante en los precios, mientras que la falta de fuentes energéticas alternativas ha agravado la crisis. Las energías renovables no han logrado abastecer de manera eficiente a la población, y los elevados costos de producción han debilitado la capacidad de Europa para competir en el mercado energético global.
